Con esa distancia necesaria que marca el tiempo y los años, algunos recuerdos permanecen rematadamente en el olvido hasta que, un evento inesperado, hurga en la memoria y saca verdadero petróleo de un pozo que se creía seco: la inesperada muerte de Ángel Nieto.

En este reciente 25 de enero hubiera cumplido 71 años, pero un fatídico accidente de quad en su amada Ibiza durante el pasado mes de agosto, truncó la vida de uno de aquellos escasos ídolos que teníamos los españoles en la época gris del tardofranquismo.
En los primeros años setenta, un servidor era un chavalito de pantalones cortos que apenas superaba los 6-7 años de edad. Era una época de muy escasas diversiones tecnológicas, con la salvedad de aquella televisión en blanco y negro con solo 2 cadenas, de las cuales (la segunda) empezaba la programación bien entrada la tarde.
El resto quedaba a cargo de nuestra propia imaginación e inventiva, de nuestra vida en la calle y en los bancales y donde las ventanas no tenían rejas y los portales siempre andaban abiertos.
No existía la obesidad infantil de tanto caminar, correr y jugar en constante movimiento. Claro, siempre había algún “gordito”, pero no era lo habitual.
Horas y tardes enteras vividas a pleno pulmón tirando millas y gastando zapatillas en comunión permanente con la luminosidad de la naturaleza mediterránea.
Tras subir por la vereda que ascendía desde el Derramador hacía el pueblo, cruzando por la nunca terminada vía del ferrocarril, se llegaba a la intersección dónde se colocaba una escueta barrera de madera, muy cerca de uno de aquellos giros cerrados, con un tanto de mala leche, de nuestro improvisado circuito municipal.

Allí, camuflado entre la gente mayor, veía el paso de la carrera de aquellos intrépidos y valientes pilotos agazapados en sus livianas monturas que, curva tras curva, intentaban evitar todos aquellos obstáculos urbanos sobre un mal asfalto, personas incluidas, con la única protección de unas pocas balas de paja, colocadas allí gracias al pundonor y la ilusión de moto club local.
Pero lo que más recuerdo es la estridencia del avispero ensordecedor que producían aquellos artilugios de dos ruedas cada vez que llegaban a esa curva, reducían la velocidad, y aceleraban a todo gas para perderse en unos pasmosos y breves segundos. Bueno, ese sonido de motor enrabietado y también la extrema pericia en la inclinación de los corredores por librarse de aquella curva infame cuanto antes.

Entonces era bastante difícil seguir una carrera y la evolución de la misma. De una vuelta a otra, esperabas ver pasar a la misma gente motorizada, pero de repente te dabas cuenta de que te faltaba alguien a quien estabas aguardando ver de nuevo. Las caídas y las averías eran mucho más habituales en aquellos tiempos, y las piezas de recambio, más bien escasas y rectificadas.
Pero nos daba perfectamente igual en unos tiempos en los que este acontecimiento, en vísperas de nuestras fiestas mayores, era una celebración mayúscula en un pueblo inmensamente trabajador, hecho así mismo y mal comunicado por carretera.
Unas nostálgicas pruebas sobre dos ruedas que recorrían nuestra comunidad en esas carreras de motos locas (como los autos, ¨Les Fous du Volant) que daban un espectáculo hoy imposible, denunciable y difícil de imaginar.

Y allí estaba él, nuestro campeonísimo Ángel Nieto, montado en su bala roja de Derbi con el número 1, entre otras figuras como Benjamín Grau y un prometedor Ricardo Tormo. Y todos aquellos voluntariosos pilotos que daban toda la guerra posible sobre sus precarias monturas pugnando por aquella prueba puntuable para el campeonato de España.
Nieto ya era entonces varias veces campeón nacional y fue la temporada del doblete en los mundiales de motociclismo de 50 cc y 125 cc. Por lo tanto, era toda una figura y una leyenda en ciernes que estaba ahí, en nuestro montañoso pueblo, rodeado de todos nuestros paisanos que disfrutaban de su presencia y de su maestría.
Para los que paseamos unas primeras canas y nos cuesta ya un poco bajar del coche, Ángel Nieto representó el primer deportista español de élite que, carrera tras carrera y año tras año, nos daba esa alegría casi todas las semanas, dando de comer a nuestro orgullo patrio, tan necesitado en aquellos tiempos y tan escaso de referentes.
Unos años más tarde, cuando la televisión apostó por el mundo deportivo del motor, cada fin de semana lo veías en televisión subido en su pequeña moto y sabías que iba a salir mal, pero no importaba. Allí estaba, vuelta tras vuelta jugando con sus rivales – que los tenía y buenos – dejándose hacer. Te decías «en esa curva lo vuelve a pasar». Y así ocurría. Era previsible, ¡pero nos pegaba un subidón que no veas!

Ahora, en un país llamado España, estamos casi siempre ahí, peleando en numerosos deportes y siendo un referente mundial en muchas disciplinas, pero entonces, en aquellos años grises, había muy pocos puntos de color en el horizonte.
El mismo gran Juan Antonio Samaranch destacó como hubo un antes y un después tras el gigantesco salto que supuso para el deporte nacional las XXV Olimpiadas de Barcelona de 1992.
Antes, eran unos pocos los lobos solitarios que, como Ángel Nieto, paseaban nuestra bandera e himno por el mundo, pero ahora al menos, sin ganarlo todo por supuesto, estamos siempre pugnando por llegar a las finales. Y además, según mi humilde opinión, a base de un logro aún mayor: en deportes colectivos en una tierra de fuerte mentalidad individualista.
Y ahí estaba el gran Ángel Nieto, abriendo la espita de las esencias para que España sea, junto con Italia, las dos potencias mundiales del motociclismo de todos los tiempos.
No importa a lo que te dediques o hagas, siempre y cuando intentes ser el mejor.
Y sí no puedes ser el mejor, TIENES QUE SER DIFERENTE.
Pero sí tampoco puedes ser ni EL MEJOR ni ser DIFERENTE, tienes que ser EL PRIMERO.
Cuando en la vida te esfuerzas en un objetivo concreto porque te apasiona, los resultados llegan por sí mismos. Sí estudias, trabajas y vives con vocación y afán de superación constantes, tienes mucho ganado. Y con determinación y decisión, no tendrás límites. (Cita del Txistu)
Ángel Nieto es un claro ejemplo de triunfo personal a imitar. Un tipo con pundonor, trabajador y luchador, pero también con otros aspectos a su favor.
En primer lugar, por supuesto, tenía un especial talento para lo que hacía. Pero a lo dicho: hay mucho talento por ahí mal trabajado que, sin esfuerzo y constancia, se queda en nada. Una pena.
Luego, tenía un objetivo claro: ser el mejor logrando el campeonato del mundo. Ya lo sabes: quien no tiene objetivos claros, está condenado a trabajar siempre para quien sí los tiene.
Y finalmente, y casi lo más importante, tenía la determinación y el compromiso de hacer todo lo preciso para llegar a serlo. Talento + objetivo definido pero sin decisión firme= fracaso y frustración.
Ángel reunía todas estas virtudes en su persona en una época nada fácil que estaba tocando a su fin, en una profesión considerada de gente un tanto majara y partiendo desde una situación personal y familiar nada seductora. (Ángel Nieto: 12+1).
Un tipo vivo, sufridor y peleón, que tenía muy claro lo que quería ser, pero sobre todo lo que tenía que hacer para alcanzar sus sueños partiendo de cero.
Pero llegó, trabajó, perseveró y, finalmente, triunfó.
Y lo que es más importante: abrió el camino y la vía a seguir para muchos otros también apasionados por el mundo de las dos ruedas motorizadas.
Nuestro campeón es simplemente un ejemplo, un camino a seguir en cualquier aspecto de nuestras vidas. Y seguro que tenemos mayores y mejores medios que él para alcanzar nuestras deseadas metas, claro, siempre que las tengamos.
La SUERTE es importante, pero es más fácil toparse con ella sí la buscas y la deseas con fuerza.
El factor suerte también cuenta. Sí tienes mala suerte y la pelotita no entra, malo. Por el contrario, es posible que chutando una sola vez a puerta marques. Incluso puedes tener toda una carambola a tu favor. Pero lo normal y lo lógico es hacer diana y ganar cuantas más veces pises el área rival y seas incisivo y determinante para lograr el triunfo. Lo otro, puede ocurrir, pero no suele pasar. Por lo tanto, no lo confíes todo a la diosa Fortuna.
La importancia de personajes como Ángel Nieto no es que fuera 12+1 veces campeón del mundo (sufría de triscaidecafobia) si no el marcar claramente un patrón a seguir para la consecución de nuestros objetivos, demostrando que, independientemente de tu origen y posibilidades, sí se puede.
Otros enlaces de interés:
1. Cuando Ángel Nieto engañó a Franco. La viva imagen de un tipo espabilado y con desparpajo.
2. Ricardo Tormo. Un más que interesante vídeo sobre la vida del malogrado piloto valenciano y que refleja las vicisitudes de aquella época para salir adelante.
