Una de las grandes aportaciones culturales del pasado siglo XX ha sido, sin lugar a dudas, la música rock en todas sus vertientes y subgéneros.
La herencia y la fusión de distintas formas populares de entender la música, junto con una nueva instrumentalización y la aparición de nuevos medios de difusión y de reproducción más asequibles, dieron lugar a un boom que sobrepasó fronteras y generaciones.
Podríamos hablar incluso de uno de los primeros fenómenos de globalización cultural a nivel mundial, cuyo epicentro fueron dos países multiculturales, pero esencialmente anglosajones: los Estados Unidos y el Reino Unido.
Personalmente, siempre he sido un gran fan de varios tipos de música rock, y según dicen algunos de mis mayores, antes de casi hablar, ya dominaba el arte de cambiar singles en aquellos antiguos «pick up’s» de agujas crepitantes y saltarinas.
Fue una bonita época aquella de los guateques y de las fiestas caseras casi improvisadas, allá en esa amplía y antigua masía que fue el refugio de mi infancia.
En esta primera entrada, quiero centrarme en un subgénero que nació a finales de los años 60, pero cuyo cenit creativo y esplendor tuvo lugar durante la década siguiente.
El Rock Progresivo.
¿Qué es realmente el rock progresivo y cuáles son sus principales características?
Surgido en el Reino Unido a mediados de los años 60, rompe totalmente con la estética y la brevedad de los sencillos cortos de la música pop del momento. Abandona el formato single para lanzarse totalmente en brazos del LP, esencialmente por sus largas composiciones que podían superar perfectamente los 20 minutos de duración. Son las llamadas suites, concepto extraído de la música clásica.
Es la época de los grandes montajes y de las extravagancias, de los juegos de luces y de color en los escenarios, del empleo del humo y de nuevos y potentes instrumentos como los sintetizadores.

Se busca la creatividad (incluso excesiva, en ocasiones), dónde el álbum conceptual sustituye el papel independiente del tradicional sencillo. Todas las pistas tienen relación entre sí en el intento de narrar una historia en constante evolución, realizando variaciones en torno al tema principal.
En el Rock Progresivo, lo importante no es la pista individual sino el conjunto de las mismas como valor conceptual de una obra mucho más amplia.
Largos minutos exclusivamente instrumentales, recurrentes cambios de ritmo in crescendo, libertad para la improvisación de los solistas y siempre experimentando con nuevos sonidos e instrumentos.
Es considerado por muchos un género musical tan elaborado y sofisticado como la música clásica, por su complejidad, el uso de movimientos, su lenta elaboración y su gran puesta en escena.
El contenido de las letras y el sentido global de los álbumes abarcan temáticas más ambiciosas y transcedentales que las tratadas en el pop de entonces. Se acometen trabajos arriesgados y hasta cierto punto abstractos bajo el influjo de la sicodelia, el mundo onírico, la ética e incluso la religión.
Otra de las características del rock progresivo es la gran y larga formación de los músicos que formaban parte de estas legendarias bandas (tales como Yes, Pink Floyd, Rush, King Crimson, Jethro Tull, Genesis, Camel, Emerson, Lake & Palmer… entre otras.), siendo en muchos casos unos verdaderos virtuosos musicales con distintos instrumentos.
En todo caso no es sencillo catalogar lo que es y no es rock progresivo. En el mismo se funden y se solapan varias tendencias que son, en ocasiones, difíciles de separar. Y la propia evolución de los grandes grupos tampoco lo pone sencillo.
Extraordinarias bandas con extensas obras que necesitan un tiempo extra y concentración para ser interpretadas y disfrutadas con la misma intensidad con las que fueron compuestas.
Porque por mucho que las escuches con toda la atención del mundo, siempre terminas por descubrir «cosas» nuevas.
1. YES, el grupo que revolucionó el Rock Progresivo.

Tema: «The Gates of Delirium» del álbum «Relayer». (Traducción).
Mi gran tema favorito del gran y caótico grupo británico Yes. Es el año 1974.
Según mi parecer, esta grandiosa suite de rock progresivo, representa el pico más elevado en la producción de la complicada banda de renombre en los 70.
El tema ocupa por completo la cara A del álbum y la temática está inspirada en la obra del gran escritor ruso León Tolstoi y su magna obra «Guerra y Paz», que versa sobre la invasión napoleónica de Rusia a primeros del siglo XIX.
Tiene tres partes o movimientos: la introducción (breve), el desarrollo, dónde se recrea el sonido de la batalla por la defensa del suelo ruso con todo un desarrollo instrumental abrumador y hasta cierto punto barroco, hasta finalizar con el desenlace con «soon», esa parte melódica del tema que ha sido considerado por muchos como una pieza separada del resto. Un rompedor corte tranquilo tras 16 minutos de fuerza y agresividad contundentes y que habla de la paz y no de la guerra.
(Mi parte favorita: a partir de los minutos 8 y 10:20).
Realmente un gran trabajo instrumental y de composición llevado a cabo por una banda de grandes músicos experimentados surgidos y formados durante años de aspecto hippy y desaliñado.

Una obra compleja que ha ido ganando peso, consistencia y mayor comprensión con el paso de los años, hasta ser considerada, hoy en día, todo un referente del rock progresivo.
Y por supuesto, nada que ver con esas canciones comerciales de corte pop de apenas dos minutos de duración y de ritmo repetitivo y sobón, que versan siempre sobre los mismos ñoños y manoseados temas.
Desgraciadamente, ya no se hace música y obras de semejante calibre. Su enorme complejidad, gran esfuerzo de elaboración y seguramente el escaso grado de seguimiento y comprensión, las hacen inviables en un mundo, como el actual, que prefiere engullir y quemar productos sin complicaciones.
