EUROVISIÓN, LA LEYENDA NEGRA Y EL PEPINO.

Tras el enésimo sopapo que nos damos en la cita televisiva musical del año, «la cosa» da que pensar. Ha llegado el momento de ponerse las pilas.

Ya pasó la época de total indefensión por aquellas votaciones «amigas» entre países de la misma área geográfica, y eso que siempre se ha dicho, comentado y visto que los vecinos siempre son los que se llevan peor.

«Con todo el pescado vendido» entonces, incluso el cachondeo del personaje de Rodolfo Chikilicuatre – en un intento de trollear el festival –  estuvo hasta bien. ¡No somos nadie los españoles riéndonos de nosotros mismos!

Eurovisión 2008: «Baila el Chicky – Chicky» de Rodolfo Chikilicuatre.

Con un evento desprestigiado y a la deriva y bajo la presión del Grupo Big Five de Eurovisión*, el festival ha ido ganando en calidad y en prestigio, recuperando brillo y difusión durante los últimos certámenes celebrados. Pero aquí, en España, nadie de arriba parece haberse enterado. Porque ya se sabe: Spain is different.

*Los cinco países que más aportan económicamente a la Unión Europea de Radiodifusión – organizadora del certamen – y que por dicho motivo pasan directamente a la final. Son: Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España. Un sistema no exento de críticas, pero quien paga siempre manda y porque en este caso, el tamaño sí que importa.

Eso sí, sin perder nunca de vista la «pasta», con esa doble votación que sigue distorsionado los resultados y quien sabe sí detrás no hay una caterva de hackers liándola. Pero en la época de las consultas populares, no es raro ya que los tiros nos salgan por la culata.

España, con una actuación anacrónica, ñoña y sin el aliño eurovisivo necesario, ha tocado fondo y ha dado una imagen que realmente no nos merecemos ni como país ni como pueblo.

En el mundo de la imagen, de la tecnología, de los efectos especiales y de las reivindicaciones, sacamos al paredón universal del festival a nuestros compatriotas a pelear por un premio y un prestigio con una espada de madera.

Cierto que el sistema de elección ha sido popular, pero no es menos verdad que la parrilla dónde escoger era lo que era: si entras en un restaurante y te dan a elegir entre la caspa y la seborrea, lo mejor es largarse.

Pero lo peor de todo, sin duda, es la falta de promoción exterior, de preparación y de puesta en escena por parte de nuestra televisión pública. Porque Eurovisión es una plataforma mundial, un escaparate internacional que lo ven más de 200 millones de personas. Y no es un producto de consumo interno ni una verbena de barrio.

Portugal tranvía Lisboa
Portugal, un país cercano con grandes encantos, grandes y pequeños, que descubrir.

Por ejemplo, el trabajo del país anfitrión, Portugal, soberbio. Una gala perfecta, aprovechando la presentación de cada canción de la final para promocionar su valioso patrimonio turístico. Tanto y tan bien que te entraban ganas de ir a visitarles ya. Eso es y es para lo que sirve este festival: publicidad, promoción e imagen internacional, pero de la buena.

Con tantos intereses de por medio, ganar es realmente complicado, pero hacer un buen papel con una imagen actual y viva, no lo es tanto.

¿Por qué en España somos tan malos promocionándonos a nosotros mismos? ¿Por qué siempre nos falta rematar, llegar hasta el final? ¿Por qué siempre nos falta una correcta planificación y solemos empezar tarde? ¿Por qué no peleamos seriamente por lo nuestro? ¿Por qué no nos defendemos con opciones?

Un vistazo a nuestra historia: LA LEYENDA NEGRA.

La llamada Leyenda Negra no es realmente historia porque no se basa en hechos históricos. Es más bien una propaganda bien articulada de gran éxito que dura y perdura durante siglos, y que refleja una constante que sí forma parte de nuestra historia: nunca fuimos capaces de defender nuestros intereses más allá de las armas.

La Leyenda Negra
Un libro que desmonta nuestra Leyenda Negra.

En el siglo XVI, en el momento hegemónico hispánico, el mundo protestante – dominador de la propaganda y de la imprenta – sí que supo crear y explotar esa imagen oscurantista, religiosa y fanática que impregnó toda Europa contra el brazo ejecutor del Imperio.

Es el mundo del panfleto como medio propagandístico no exento de exageraciones, distorsiones y de manipulaciones con un fin muy claro: crear un estado de opinión, un imaginario popular contra el enemigo común: nosotros.

¿Y qué se hizo aquí para contrarrestar esa campaña? Realmente muy poco, y lo que se intentó fue mal resuelto, torpe y supuso un gran fracaso, de tal modo que incluso le dimos crédito intentando combatirla.

Una historia que nunca parece terminar.

A pesar de que la investigación histórica rigurosa ha derribado muchos mitos y tópicos, nuestra Leyenda Negra perdura en el imaginario mundial. La imagen negativa de España sigue estando ahí y nosotros, los españoles, seguimos teniendo esa actitud derrotista y de complejo de inferioridad que tanto nos caracteriza y nos lastra.

En una época tal convulsa como el paso de la Edad Media a la Era Moderna, ni fuimos ni más ni menos crueles, fanáticos y religiosos que otros pueblos de Europa.

La hipocresía siempre ha sido una constante de nuestros enemigos históricos, especialmente de los ingleses, como esa forma de disimular y ocultar sus faltas y defectos con los errores y hechos desafortunados de otros. Es decir, de los nuestros.

Publiée par José A. Cantarero sur mercredi 18 septembre 2013

 

Un botón de muestra de como aún perdura, en parte, nuestra Leyenda Negra en el imaginario europeo y esa falta de capacidad tan nuestra de defendernos.

Tras la gran crisis del 2007-2008, España fue incluida dentro de los países denominados PIGS (cerdos), precisamente por algunos medios de comunicación de habla inglesa.

Se puede pensar en un término ocurrente y espontáneo, pero no fue así. Fue un acto deliberado de propaganda, que disparó nuestra prima de riesgo, y fue una forma de desestabilizar nuestro país con la finalidad de desviar la atención sobre los problemas domésticos de otros, formando un muro de contención.

Y lo peor de todo fue como esa calumnia y difamación caló rápidamente entre la sociedad de esos países y empezaron a aparecer los fantasmas del pasado.

Otro caso también bastante reciente e ilustrativo fue lo ocurrido durante el mes de mayo del 2011 con la llamada «crisis del pepino español». Sin las pruebas y los contra análisis obligatorios, se acusó falsamente a los productores nacionales de ser los responsables de la puesta en el mercado de un producto contaminado con una peligrosa cepa bacteriana intestinal, la cual había causado ya varias muertes.

Sí bien aquí se actuó de forma rápida gracias a los protocolos establecidos y dentro del marco de la Unión Europea, la ligereza de acusar gratuitamente de todos los males a los de siempre, denuncia cierta aversión que subyace en el subconsciente de nuestros socios de más allá de los Pirineos.

Luego, tenemos el caso dieselgate, de los motores trucados de Volkswagen, pero claro, no es lo mismo.

Ahora exactamente 100 años, se nos colgó el sambenito de la gigantesca infección vírica mortal que mató a más personas – incluso a animales – que las dos guerras mundiales: es la conocida comúnmente como gripe española. Mató entre 50 y 100 millones de personas. Siendo localizado el paciente 0 en Estados Unidos, para cuando llegó a España, ya había miles de víctimas en otros países. Pero lleva nuestro nombre. En fin.

No sabemos ni vendernos ni defendernos.

En muchos casos tenemos de entrada un gran producto. En otros, gastamos ingentes cantidades de tiempo y de dinero en crear y fabricar artículos de gran calidad. En ocasiones (pocas) inventamos y participamos de patentes relevantes. Tenemos la capacidad y el ingenio de hacer bien todo el proceso… excepto rematar la faena, porque llegado el momento de la verdad, pecamos de cutres.

 

Estrategia.
Es básico tener una estrategia comercial a largo plazo.

Pensando que nuestro producto se venderá solo y que literalmente nos lo quitarán de las manos, no somos capaces de planificar una buena estrategia comercial e invertir en el proceso de la venta.

Un material promocional inexistente o escaso, una baja presencia en internet, una participación en ferias con escasos metros y en stands apiñados, unos comerciales mal preparados y poco cualificados, escaso dominio de idiomas… Pensemos por un momento en el conocido caso del aceite español comercializado por los italianos.

Con una gran estrategia promocional y publicitaria a largo plazo de nuestros productos y marcas, con una buena contrapropaganda rigurosa para poner negro sobre blanco nuestro pasado histórico, con una potente presencia en los organismos decisorios internacionales, incluso con una gran difusión de un truño de canción como la presentada en Eurovisión 2018, los resultados siempre serán mejores.

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