«*En este mundo no se puede estar seguro de nada, salvo de la muerte y de los impuestos«
Con la gran diferencia de que la primera sólo ocurre una vez en la vida mientras que los últimos se repiten, años tras año, inexorablemente.

*Esta es una conocida cita atribuida al prolífico inventor y político estadounidense Benjamin Franklin («In this world nothing can be said to be certain, except death and taxes») en la que ponía de manifiesto la inevitabilidad de pagar impuestos del mismo modo que no se puede escapar de la muerte.
El significado real de la cita del americano seguramente va más allá, en el sentido de que es necesario pagar impuestos para que la sociedad pueda avanzar y ser más justa.
La asociación de los impuestos con la muerte, física o no, no es nueva.
El color NEGRO. Precisamente la ausencia total de color tiene mucho que ver con ambos términos en el imaginario popular. De hecho, existe un campo de estudio académico que trata de la psicología de los colores. De esta suerte, cada color transmite unas ideas y unas sensaciones relacionadas con nuestra percepción personal de hechos externos.
Por ejemplo, en nuestra cultura común, la muerte siempre se viste del tono más oscuro, el negro. El luto, los crespones, los coches fúnebres… todo nos lleva a ese color. Las obras de arte donde la muerte aparece, son más oscuras y propensas a la tristeza y la resignación. Incluso, cuando el fin de nuestros días se representa en su forma antropomórfica más conocida, el monstruo cadavérico de la guadaña, el tono negro domina.
De forma mucho más prosaica, cuando pensamos en esos modernos recaudadores de impuestos, los inspectores de hacienda, siempre nos viene a la imagen unos señores vestidos de negro de aspecto poco simpático.
En ambos casos y por motivos distintos, lo mejor es no hablar de todo ello y huir mientras se pueda, ¿no?
Para el más famoso y renombrado de los gánsteres de todos los tiempos, Al Capone, su fin no tuvo que ver directamente con todos sus crímenes y fechorías, que fueron muchos y variados, si no porque fue encarcelado por evasión de impuestos.
Para el creador de famoso Sindicato del Crimen de Chicago, ello representó su acabose, su muerte. Primero, como criminal convicto, y luego, ya libre, como individuo olvidado, enfermo y arruinado.
Y es que lo que los impuestos, a la postre, como te descuides un poco, pueden con todo y con todos. Porque tú puedes pasar de ellos, pero ellos nunca pasarán de ti. Tenlo muy presente: son como la muerte, siempre acaban por llegar.
En el largometraje «Conoces a Joe Black» – curioso nombre -, la muerte toma posesión de un cuerpo humano. Y cuando curiosamente termina por descubrir su identidad tapadera, lo hace como inspector de hacienda. ¡Qué indicado!
(Secuencia del diálogo entre Joe Black – la muerte -, Bill Parrish – el futuro difunto – y Drew – el malote del filme).
– Yo…
– Joe, por favor.
– Bill, permíteme.
– … soy…
– ¡No!
… un inspector del Ministerio de Hacienda.
– Drew, si decides poner a prueba la firmeza de mi decisión, te enfrentarás a un resultado que irá más allá de tu comprensión. No contarás los días, los meses, ni los años. Contarás los milenios en un lugar sin salida.
– ¿Quién se lo iba a imaginar? ¡Tú, agente de Hacienda!
– La muerte y los impuestos.
Aquí, en la vida real, la muerte y los impuestos están muy directamente mancomunados. Y son inseparables cuando el fisco llama a tu puerta en ese dolor doble que es el fallecimiento de un ser querido y la liquidación de la correspondiente dolorosa: el impuesto de sucesiones.
El consuelo de recibir una suculenta herencia se puede transformar en un calvario dependiendo de donde viva cada uno. Porque cuando se hereda, el beneficiario (o perjudicado, según se mire) puede salir muy escaldado.
La realidad es que el número de renuncias voluntarias a las herencias han crecido en nuestro país de forma muy importante. No en pocos casos, para poder hacerse cargo de la misma, más de uno ha tenido que pedir un crédito bancario ofreciendo como aval el bien heredado.
Es como cuando esperas tener un buen día, cálido, feliz y luminoso, y de repente, llega alguien y apaga la luz y todo queda a oscuras y frío. Literalmente te quedas tan helado como el fiambre reciente.

El impuesto de sucesiones es el más injusto e infame de todos. Pago del bien en vida del difunto y nuevo pago tras su deceso por parte de los herederos. De nuevo es la muerte y los impuestos.
Los impuestos, unos eternos compañeros de viaje.
Aunque la existencia de los impuestos pueda parece para muchos un hecho más bien reciente (el moderno sistema impositivo español arranca con la llegada de la democracia, con el flamante IRPF en 1978), lo cierto es que se trata de una realidad antiquísima.
En el Antiguo Egipto una de las principales funciones de los escribas era precisamente la recaudación de tributos. Los griegos y los romanos tenían sus propios sistemas, y durante la Edad Media, ser recaudador de impuestos estaba especialmente muy mal visto. Pero no únicamente en Occidente se cobraban, sino también en la antigua China y en otros países de Asía. En la América precolombina también existían sistemas de recaudación que tenían mucho que ver con el sojuzgamiento de los pueblos sometidos.
Tasas de todo tipo y condición, en forma de prestaciones personales, en especie de toda clase, el diezmo eclesiástico, los dinerarios, de guerra, por el derecho de paso, los aranceles aduaneros… y variopintos de toda calaña e imaginación: por dejarse la barba, por llevar sombrero, el reciente impuesto al sol… Todo es válido con tal de llenar las alforjas del fisco, cuya máquina recaudatoria nunca descansa.
Y aquí, en casa, con los impuestos, Spain is not different. Se trata de una realidad universal y cotidiana que se sienta todos los días a compartir nuestra mesa, como ese fulano gorrón y glotón que, sabiendo y opinando de todo, se pega la jartá sin poner un duro encima del tapete.

Porque el hombre, desde su condición de ser racional, siempre ha ideado sistemas para recaudar impuestos y para castigar a los evasores, del mismo modo que también los más ricos han evitado el pagarlos. Nada nuevo bajo el sol.
Próxima entrada (17/06/2018):
LOS IMPUESTOS, UNA VERDAD INCÓMODA.
