– Esto es lo que hay: cuantos más seáis, a menos tocaréis.
Todo un ejemplo de como el sistema de reparto actual ha quedado para los saldos.
Muchos retos y una gran tarea a realizar entre todos para intentar cuadrar las cuentas públicas, ese dinero que sin nombre, suele ser mal administrado y motivo de despilfarro y saqueo tentador por quienes, a los cuatro años de mandato, se pueden quedar en la calle sin saber adonde ir.
La tarea es descomunal y la solución, total o parcial, debe ser poner en marcha varias medidas simultáneas, entendiendo bien cada uno de los problemas a acometer.
1. Antes, cotizábamos 40 años y cobrábamos 15. Ahora, aportamos de media 30 y percibimos la prestación durante más 20 años. Es decir, necesitamos hacer casi el doble de esfuerzo de hace unos pocos lustros para atender unas necesidades que no paran de crecer.
2. Tenemos una natalidad muy baja y un vuelco piramidal de la población en el que se basa un sistema de reparto, a todas luces obsoleto.
Y a mayor esperanza de vida, también más gasto sanitario.
3. Nosotros, los babyboomers, somos los que estamos ahora aguantando el sistema, con nuestros empleos mayoritariamente fijos, mejor remunerados y con mayores niveles de cotización, pero somos los que vamos a padecer el reparto del abuelo Quico cuando agitaba aquellos sufridos 60 duros. Sí nadie lo remedia.
4. Gran parte de los nuevos trabajos (que deben sustituir a los anteriores) son empleos peores, mal pagados y de baja calidad, y, que por lo tanto aportan, poco al sistema.
5. La Revolución Tecnológica ya está aquí para quedarse, y en ciernes también la Inteligencia Artificial, que imitará cada vez más y mejor las pautas humanas.
Así, de este modo, desaparecerán muchos empleos, especialmente los repetitivos, y sí bien serán necesarios los cualificados, por cada nuevo ingeniero contratado, desaparecerán 50 operarios manufactureros o más.
6. La inmigración y la presión demográfica. Sí miramos nuestro entorno, África, ese continente olvidado por el progreso, está ahí al lado. Países con un alto índice de natalidad y con una renta per cápita diez veces inferior a la media mundial y que anhelan una vida mejor cruzando el estrecho. Solo Nigeria, alcanzará en breve los 200 millones de habitantes. Todo un reto.
7. Mucha gente se va a quedar «fuera del sistema». ¿Qué hacer con ellos? Habrá que cubrir las necesidades básicas y evitar problemas, pues ningún gobierno quiere lío en la calle («paz social»), y más ahora con la capacidad que nos dan las nuevas tecnologías para presionar. Y todo, absolutamente todo, tiene un coste.
Ahora ya ha llegado el momento de sacar el capote y que los que manden se merezcan el jornal.
La solución ni será única ni sencilla. Habrá que actuar desde ya con imaginación y creatividad en varios frentes a la vez.

1. Empezar por un reparto justo del nivel de las pensiones, que tenga en cuenta todo el esfuerzo individual realizado (y actualizado) durante la vida laboral completa, y no como ocurre ahora, que no siempre el que más aporta en total es el que más cobra.
2. Luego, fomentando seriamente la natalidad, para que tener hijos no sea precisamente una carga, sino una inversión para el futuro. Una verdadera política de conciliación familiar. Personalmente, ese mensaje repetitivo de recurrir únicamente a los inmigrantes a discreción, no me parece ser la solución ideal y encierra otros motivos y peligros.
3. Sacar lo mejor de la revolución tecnológica para hacernos la vida más sencilla, pero también más barata y que, incluso con menos ingresos, tengamos más cosas. Acabar con la burbuja artificial de los precios y los «sobre costes» que hacen de los lobbies los verdaderos centros del poder mundial.
Y que no nos vendan que la tecnología será como el meteorito que acabó con los dinosaurios.
4. Luchar seriamente contra la piratería de la economía sumergida y cierta ingeniería financiera, precisamente reduciendo los impuestos para que delinquir ya no valga la pena de correr el riesgo. Y no solo en cuanto a los números, sino de forma implacable sobre la explotación humana aquí y en otros lugares. Los consumidores tenemos mucho que decir en este sentido sí empezamos a mirar las etiquetas.
5. Separar de una vez los gastos de la Seguridad Social, entre los estrictamente sanitarios y los propios de las pensiones, para tener los números más claros, y de esta forma, tomar decisiones correctas.
6. Legislar y fomentar unos fiables e interesantes planes de pensiones complementarios, y no que se rían en nuestra cara permitiendo el secuestro de nuestro dinero y su dilapidación final con impuestos diferidos. Sistemas mixtos, haylos, pero hay que empezar a ponerlos en marcha.
7. Educar a la población para que tome conciencia del coste del sistema, su funcionamiento y finalidad y su gestión. Porque lo que no se conoce bien, no se valora en su justa media, y lo que no se valora, parece ser gratis. Hasta que desaparece y lo tienes que pagar, claro. Papá Estado estará ahí, pero tú también tendrás que poner de tu parte.
8. Y por último, que nuestros mandamases den ejemplo de transparencia y de honradez, y no que sean el espejo donde la sociedad se refleje diciendo aquello de que «es lo que hay», fomentando los méritos en lugar de los voltios, y las capacidades en vez de ese asqueroso postureo que nos hace subir la bilis y esa sensación de abandono por parte de quienes nos gobiernan.
LAS CUENTAS DEL ABUELO Y LAS PENSIONES.
