En la vida disponemos de varios tanques imaginarios que, siendo de diferentes tamaños, debemos de mantener razonablemente llenos a la par.
Tenemos el tanque de la vida personal y sentimental, ese que mantiene vivas nuestras relaciones más cercanas y nos da estabilidad emocional. Nos permite seguir luchando en el día a día teniendo las espaldas cubiertas allá en casa, en nuestro entorno. Pareja, familia y círculo más íntimo de amigos.
También tenemos el tanque del trabajo, el cual nos mantiene ocupados y nos ayuda a desarrollarnos a nivel profesional, pero también personal. Quien mantiene un buen nivel de llenado del mismo es bien afortunado. Significa que tu trabajo te gusta y te apasiona. La pasión mueve montañas.

Ahí está el tanque de la autoestima y de nuestro egocentrismo. Nos refuerza a ser nosotros mismos y a crecer de forma continua. Es nuestro combustible interno que nos da fuerza en el día a día y el impulso necesario para levantarnos una y otra vez ante las contrariedades.
Luego está el tanque de nuestras creencias y paradigmas. Todo aquello que forma parte de nuestra persona y que nos permite comunicarnos y conectar con los demás. Mantener un alto sentido de pertenencia al grupo es fundamental para nuestra integración social y estimulación personal. Se trata de la segunda necesidad más importante, tras las fisiológicas, según la famosa Pirámide de Maslow.
Y finalmente está el tanque del dinero, el cual nos posibilita vivir físicamente y nos proporciona bienes materiales para nuestra comodidad, que todo es preciso y ayuda.
Y el encargado de llenar todos estos tanques no es otro que EL TIEMPO.
Mantener y cuidar nuestra relaciones sentimentales, requiere dedicación si no queremos que se deterioren y se echen a perder sin darnos cuenta, poco a poco. No invertir aquí lo necesario nos llevará de forma directa al fracaso personal y a la inseguridad.
Formarnos para crecer de manera permanente en nuestro trabajo, dando el 100%, precisa de una gran parte de nuestro tiempo. Un entorno laboral cada vez más competitivo e influido por la tecnología, necesita grandes recursos de tiempo y esfuerzo por nuestra parte para ser siempre un profesional en constante evolución.
Mantener alta nuestra autoestima, precisa de esos ratos imprescindibles para afilar bien nuestro hacha personal, para estar siempre ahí, listos y preparados con las pilas cargadas. Descansar, disfrutar del ocio, tener nuestro propio espacio personal, hacer deporte… es necesario para seguir adelante.
Estar con nuestros amigos, familiares y vecinos precisa nuestra disponibilidad y disposición para compartir, discutir y aceptar a los demás. Porque somos seres sociables por naturaleza y necesitamos mantener un mínimo de contacto con los otros, compartiendo nuestros mejores momentos, pensamientos y creencias.
Y por último, precisamos crear recursos propios de forma continua para mantener nuestras necesidades básicas y otras, que no siéndolo, nos ayudan a transitar por el mundo material con la tranquilidad suficiente.
Un buen nivel de llenado de todos estos tanques proporciona tener a punto otro mayor que es el tanque de la felicidad, aquel que nos permite ser lo más felices posible que se puede ser en cada momento de nuestra vida.

La atención que dispensamos a cada uno de todos estos recipientes virtuales va variando según la edad y nuestra propia energía vital, pero el equilibrio es la base.
Cuando sé es más joven, nuestro tanque de autoestima necesita ponerse a cien para llegar a la madurez. Luego, cuando se empieza la singladura profesional, hacerse un hueco en el trabajo para lograr otras metas, requiere un mayor esfuerzo ahí. Más tarde y con la familia sacada adelante y con una mayor estabilidad económica, recuperar la vida en pareja y personal es fundamental. Pero en todo caso, lo importante es no descuidar ninguno de esos tanques durante demasiado tiempo en nuestro periplo vital.
Y de todos ellos hay que tener especialmente cuidado con uno: el tanque del dinero.
¿Por qué decimos esto? Porque no en pocos casos cuando se llena, se agranda y vuelve a quedar vacío. Y todo el tiempo que necesitamos para volverlo a cargar y darle nuevo margen de crecimiento, es tiempo que sacamos para los otros tanques.
Dejarnos absorber por llenar una y otra vez este envase sin fondo ni remedio nos lleva a la infelicidad y al famoso dicho: «Es tan pobre tan pobre que solo tiene dinero»
Por lo tanto, no hay que perder nunca el foco en mantener un buen equilibrio de llenado entre todos tus tanques personales.
¿Quién no conoce a esa persona que, triunfando en los negocios, es un total fracaso como padre de familia y como pareja?
¿Qué ha ocurrido para que esa persona famosa se encuentre muy sola, alienada y sin amistades verdaderas que la valoren por lo que es y no por lo que representa?
¿Por qué alguien, teniendo de sobra los medios materiales a su alcance, decide poner fin, de forma lamentable, a su propia existencia?
Ya se sabe que no es precisamente «oro todo lo que reluce» y que en un mundo tan cargado de apariencias como el nuestro, no es de extrañar que nunca nos falten las sorpresas.
La búsqueda de un buen equilibrio para un correcto llenado de todos nuestros tanques personales es la base para una existencia feliz. Tenlo muy en cuenta: reparte todo tu tiempo de forma eficaz, mesurada e inteligente.
UN VIAJE ENTRE DOS TIEMPOS (I)
LA MENTE QUE DIVAGA Y EL TIEMPO (IV)
SER POBRE O SER RICO, UN PROCESO EN EL TIEMPO (V)
LA VISIBILIDAD Y EL TIEMPO: TODO COMUNICA (VI)
