«Nacer pobre es responsabilidad de los padres, pero morir pobre es responsabilidad tuya»
Uno no elige nacer ni en un lugar concreto ni en una fecha determinada, y si tus padres son humildes, tú también lo eres por nacimiento. Luego, lo que pase con el resto de tu vida, a partir de cierto momento, ya depende exclusivamente de ti.

No hablamos solo de una pobreza material. Uno puede ser pobre de otras muchas maneras. De afecto, de sentimientos, de valores morales, de formación, de amigos…
Lo normal, lo lógico es que cada nueva generación supere a la anterior. Ahí tenemos avances tecnológicos, culturales y sociales de gran valor a nuestro alcance para lograrlo. Toda una gran experiencia acumulada a nuestra disposición que nos puede ayudar a transitar cualquier cambio a mejor. Sin embargo, sin compromiso y sin constancia, nada se logra sin esfuerzo para alcanzar una meta clara.
Porque partas de donde partes, con intención e intensidad, siempre hay margen de mejora.
El cambio es un proceso en el tiempo. Y lo que hagas con él y el cómo lo utilices, dependerá tu éxito o tu fracaso.
Un error muy común es usar nuestro tiempo de forma acelerada y de manera exigente para intentar lograr cambios inmediatos. Los procesos de cambio forzados, precipitados y bruscos no se llevan bien con el uso eficiente del tiempo. El secreto está en la planificación y en hacer pequeñas cosas en el día a día, pero de manera constante.
Levantarse una buena mañana cualquiera y de repente pretender cambiar tu presente realizando cosas extravagantes de forma caótica y sin sentido, intentando romper con tu hoy sin más, es la mejor forma de tirar a la basura tu valioso tiempo.

La falta de una recompensa inmediata te llevará a la desilusión, al abandono y a volver de nuevo a la casilla de salida en peores condiciones. No se puede romper con el pasado provocando una fractura total. Todo ese tiempo que has quemado sin sentido, es tiempo que termina en el enorme cubo de basura de «las buenas intenciones»
El valor de la constancia: el que persevera, alcanza.
El primer día que alguien empieza medicina, no es médico. Para llegar a serlo, necesita un periodo de varios años de esfuerzo formándose poco a poco y de manera constante para lograr su meta final: ser médico. Pero además, para lograr ser uno de los mejores, el tiempo no se detiene nunca. Alcanzar ser un gran facultativo pasa por aplicar la fórmula de (OBJETIVO + COMPROMISO) x TIEMPO= EXCELENCIA.
Cuando decides adelgazar, es un error pretender quitarte de encima de golpe todos esos kilos de más que has ido acumulando durante años. Desandar el camino supone ir poco a poco según un plan nada loco, dejando a un lado todas esas dietas milagrosas que te harán perder el tiempo finalmente.

Machacarte en el gimnasio el primer día te hará parecerte más a Robocop a la jornada siguiente que otra cosa, todo lleno de molestas agujetas. Es más serio y real que tu esfuerzo por el bien de tu salud sea in crescendo de forma continua cada semana.
Así, sea lo que sea y se trate de lo que se trate, con pequeños cambios en el día a día, lograremos adquirir esos nuevos hábitos que nos ayudarán a avanzar en la buena dirección.
Todo lo que hagas, tiene relación con el uso del tiempo.
El empleo que hagas del mismo, bueno o malo, irá a tu favor o en tu contra.
Los gurús políticos tienen aquí una de esas frases que, curiosamente por una vez, cobra aquí un gran valor: ESTAR SIEMPRE EN CAMPAÑA.
Seas político, ingeniero, enfermero, vendedor, fontanero, estudiante… siempre debes estar en campaña. Significa mantener tu objetivo y tu esfuerzo constantes en el tiempo para lograr un buen progreso hacia tus metas. Sin obsesiones compulsivas, pero con perseverancia.
No es otro que el cuadrante de las cosas que son importantes, pero que no son urgentes.

Transitando la mayor parte de tu tiempo ahí dentro, lograrás marcar tu propio ritmo y serás más dueño de tu vida. Poner tu destino en tus manos es la mejor estrategia de vida global por la que vale la pena apostar fuerte.
UN VIAJE ENTRE DOS TIEMPOS (I)
LA MENTE QUE DIVAGA Y EL TIEMPO (IV)
LA VISIBILIDAD Y EL TIEMPO: TODO COMUNICA (VI)
